Turismo Rural Oti

De todas maneras ya has oído hablar de la mágica península de Illahuapi, y si no la has escuchado, aquí y junto a Otilia Leiva, te dejamos mucho para pensar en ir. Si eres osado o simplemente andas mochileando por Lago Ranco podrás tomar una micro que sale desde su pueblo demorando casi dos horas hasta Illahuapi, colindante a orillas del lago homónimo, para internarse entre grandes acantilados de la enorme cuenca lacustre: mucho monte con verdes bosques y un constante sube y baja. Sin duda un camino hermoso para llegar. La belleza natural de esta enorme comuna de la Región de los Ríos asombra aún así a los pasajeros del microbús y parecen no inmutarse ante la excitación viajera del visitante que pasa pegado a la ventana con la cámara en la mano. Sus rostros morenos, curtidos y sonrientes se conocen desde hace tiempo y entablan conversaciones y risas cómplices. Un mundo diametralmente distinto aparece desde que se desciende del bus. La tranquilidad del campo es ineludible. El paisaje, lleno de pequeñas zonas boscosas y panorámicas sobre el lago, sobrecoge e invita a perderse por los pequeños senderos de tierra que rodean la península de Illahuapi con más de ciento cincuenta familias mapuche-huilliches; y claro, entre ellos el hospedaje gastronómico rural“Turismo Rural Oti” de Otilia, nacida y criada ahí, con disponibilidad de diez piezas y una cocina con gran corazón, donde ella prepara platos orgánicos con cosechas de su invernadero y de sus árboles frutales. Y si andas de paso, no puedes perderte sus menús diarios, entre sus especialidades el pastel de choclo, quiche de verduras, ensalada de trigo mote, y la famosa carne a la cacerola con papa al ajo. Y sin duda la repostería con frutos de sus árboles son también la estrella indiscutida. Además los visitantes pueden adquirir mermeladas, conservas, vinagre de frutas, empanadas, y sus deliciosos y refrescantes juegos naturales.

El puntapié inicial lo dio su hermano, quien bajo el alero del proyecto orígenes, dio vida a un camping en el terreno vecino. Otilia, se entusiasmó, y comenzó con la venta de pan amasado, para pronto inaugurar su horno de barro financiado por INDAP. Los campistas la esperaban ansiosos a la hora que sentían el olor del hornear del pan de Otilia y pronto le fueron pidiendo más productos como mermelada, conservas y repostería. Entonces plantó sus árboles frutales y comenzó su huerta y su invernadero. Otilia; por esos tiempos era considerada como la artista del pan amasado, de lo delicioso que le quedaba.

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